jueves, 19 de febrero de 2009

Aquel Marzo...


Rápido llegaron las nuevas de la Europa
Más una en demasía alegro a los usurpadores;
¡Ha muerto el Tirano!, vociferaban altaneros.
Pero si lo dicen ellos, yo no les creo.

¿Ha cerrado los ojos, Señor?
¿Duerme Usted, Restaurador?

Dicen que murió en medio de la peor pobreza
¡Cuan tontos son los porteños! ¡Discúlpelos Señor!
¿Acaso todas las riquezas del mundo podrían compararse
a esa joya hermosa, el sable del Libertador?
Sus manos ajadas por el trajinar diario,
¿no son testimonio fiel de su orgullo bravo?
Con ochenta y tantos años encima
¡Y sin embargo trabajando!

Dicen que Usted ya no esta,
¡Pero si aun puedo verlo!
Allá se extiende su piel,
en la infinidad de las pampas;
si quiero tocar su pecho,
solo debo posar una mano en los Andes.
Y en cada recodo del Paraná,
¡escucho con estridencia sus latidos!
¿Y quien no siente su aliento,
viajando en el Zonda y el Pampero?

Ha vencido, Don Juan Manuel, nuevamente.
Ya las felonías no lo pueden tocar,
pero no ha muerto, tan solo esta dormido,
esperando el momento adecuado,
en la espesura del monte,
entre nuestros paisanos.

Usted es Eterno, Don Juan Manuel de Rosas,
como la Patria por la que todo lo dio, sin pedir nada,
por mas que los doctos sumen infamia a mas infamia,
allí estará su brazo fuerte, esplendente como los cañones de Obligado,
señalando el Camino de la Grandeza, de la Libertad y el Honor.

¡Aquí lo aguardan sus Colorados!

¡Viva nuestro Restaurador!

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